En el anochecer de esta urbe, donde la prisa deshumaniza, donde resulta más costoso brindar una sonrisa, que el mismo pasaje de partida, entre la precipitación de gente, solo busco una excusa, un motivo que me permita sobornar el hastío, el tedio y la locura de tanta prisa, pero siempre fracaso brutalmente.
Es una lucha que nace pérdida entre miles de rostros y miradas frías, en el enfado del pesado tránsito, pues sabemos con fría certeza que el reloj nunca se detiene, el tiempo pasa inexorable, no perdona.
Así pues termino cansado como todos, con la mirada pérdida en la pantalla de mi teléfono, enviando una señal de auxilio en forma desesperada de poesía, que le dé un poco de color al opaco gris de éste crepúsculo, tan lleno de soledad y misantropía.
Eternas Lunas.