A veces un remolino de percepciones me deja una madeja,
como si dentro de mí hubiera una inalcanzable sed de primavera,
A veces me vence el miedo a esa espera que tironéa la magia y estoy fuera,
dentro de los recuerdos que se apresuraron a ser inalcanzables al presente.
A veces pienso en los ritmos cotidianos, los olores a café, la voz que se me hace nido en el alma.
No es oportuno desenhebrar el costo de haber tomado una decisión... Sin embargo, sin querer,
al borde de aquella mirada está el hilo sumiso y dispuesto a bordar el aura de todos los besos.