Entregar el corazón, brindar el alma, ofrecer emocionas que nunca antes alguien halla visto existir.
Una bella forma de vivir, en amor. Mi testimonio puede liberar al menos a unos cuantos, del verdugo llamado rencor.
Entregar el corazón, puertas abiertas a la confianza de aquéllos extraños que no acostumbran prestarse a sentir.
Absurda poesía, cobarde melancolía, nos encadenas a viejos recuerdos que sólo nos llevan a sufrir.
Quizás ya no, pues encontramos una solución irrevocable, un método que los ángeles caídos no podrán combatir.
No me cansaré de recordar tus palabras, me dijiste que confiará, con tus ojos de amor, ese era amor de verdad.
Me has pedido que ofreciera la otra mejilla, me hiciste llegar una carga que quiero llevar, el cansancio me da pasividad.
No es necesario que te llame señor, pues me has dicho que los buenos actos son amor, humildad.
Soy tan pequeño, pero aún así me observas en tu inmensidad. No existe otra necesidad, sólo la pureza de tu amor.
Sólo una palabra, tu palabra de amor. Muestrame el camino, por el quiero andar, seguir tu luz.
Perdón, perdón, eres mi principio y mi final.