El huracán llegó de golpe,
sin nombre,
no respetó el orden alfabético
tampoco hicimos caso
de los primeros avisos
y devastó, de manera natural,
nos sacudió, inundó y preocupó,
al fin damnificados
no previmos su efecto,
te sacudió a ti, roble enraizado,
a ti, junco inquebrantable,
y nos involucró a todos,
los que hemos abrevado de tu río
los que somos tus frutos,
reflejo de ti, de tu enseñanza,
nos sacudió y reaccionamos
nos convocó y acercó a tu lado
nos permitió observar
como el huracán sacude,
como devasta, como une,
como fortalece cuando se encuentra
con un alma activa,
con presente, con futuro,
con raíces, con presencia,
llegamos con el alma compungida,
con preocupaciones naturales
con temores fundados.
El huracán devasta más,
cuando se estaciona varios días,
pero pudimos comprobar
que estás formado de raíces que resisten,
de ventanas anticiclónicas que protegen,
fortalezas que perduran, equipo que no abandona
y entonces
el huracán que nombraron cáncer
y que lleva de apellido próstata,
aquel que no respetó el orden alfabético
debe abandonar tu organismo pronto,
cansado de luchar con tu fuerza,
con tu dignidad que es mucha,
con tus ganas de vivir que contagian,
solo esperamos que la tormenta huya,
para verte renacer con fuerza,
para sentirte trascender de nuevo
para poder decir de nueva cuenta
que esta vez también, papá,
¡Has vencido!