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CONCLUSIÓN

    Cada amanecer, abrimos los ojos con la finalidad de plantar cara al nuevo día, la vida  se restablece en la gran ciudad, que nunca duerme, y sus gentes se integran a las ocupaciones más diversas y variopintas. La premura por llegar al centro de trabajo, se acrecienta llegando al punto de perder, la buena costumbre del saludo -cosa propia de las buenas relaciones sociales-. Resulta curioso observar, como en tan solo contadas ocasiones, decidimos ver la parte buena o positiva de las personas, en lugar de hacerlo de la parte negativa. Creo, que la mayoría de los días, son buenos para descubrir nuevos aspectos y actos valiosos... Deberíamos hacer un alto de vez en cuando en nuestro caminar diario, para contemplar las cosas agradables de nuestro entorno... Todos sin excepción, tenemos derecho al enfado, a la alegría, al triunfo, al fracaso, a las ilusiones,a tener un buen o mal día,en definitiva a ser feliz y vivir en paz.