El desengaño es un ave negra que se posa en nuestra rama en primavera, Llega simulando una sonrisa, dando una caricia, haciéndose necesaria en las noches. Mas luego saca sus garras y con su pico feroz desgarra nuestros mejores frutos de esa cosecha.
Abandona siempre la rama y nos deja heridas; siempre en invierno al caer los primeros botones de nieve, cuando el alma esta descubierta y solo la cubren las heridas sangrantes de un triste bolero que suena en la taberna, donde una noche me llamaron sus labios y mi corazón acudió.
Su vuelo estremeció todo el árbol de mi vida y ella se posó en la rama más frágil de mis recuerdos y desde ahí, me enseñó a sufrir, confundiendo el amor con dolor, la desesperanza con la felicidad, el dolor con el gozo y a ella como la promesa esperada desde siempre.
Ahora viendo tu llegada desde mi desengaño, me doy lastima y tristeza
Siento pena por aquellas noches que inútilmente trate de amarte,
De hacerte sentir los latidos lastimeros de mis noches en un poema,
Fue como tratar de encontrar un lago en medio del desierto.
De tarde, cuando un negro poema quiere montarse en mi pluma,
Salgo a la tarde y veo pasar tu sombra buscando donde posar tu desgracia, cierro el corazón y vuelvo a curar mis heridas; escucho al corazón me dice, que duele, pero se aprender y ya estoy aprendiendo.
No todo lo que tiene alas es signo de libertad, ni lo que vuela busca la felicidad. Hay aves como el desengaño que al volar no busca el cielo sino el infierno, también las hay de rapiña que descompone un corazón, para saciar sus ansias de muerte, desprecio y amargura.
LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO