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La añoranza ha nublado todo el cielo,
casi no llega luz hasta los ojos
para poder pensar que sigo vivo
y no muerto por falta de alegría.
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La bruma se abalanza sin piedad
si te busco en el mar de los náufragos,
ella roba tu nombre, con su espesa
cortina de humedad, pesada y gris.
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A mi lado el mar calla, solo escucha
los lamentos que salen de mi boca,
pero parece ser que no me entiende
y esconde en el ocaso mi dolor.
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Adiós , adiós amor, hasta mañana,
esta noche de nuevo, yo y la luna,
pintaremos de blanco los rincones
de unos sueños creyentes de lo absurdo.
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Fotografía y poema : Ramón Bonachí.