Los abrojos de la vida
se te pegan en la ropa,
y te duelen desde adentro
si los tocás al pasar,
porque te raspan la piel
que es difícil de curar.
Los abrojos son fuleros,
espantosos y ladinos,
llegan de una flor bonita
que se trasforma después,
mientras que crecen sus pinches
que no quieren perdonar.
Los abrojos traicioneros
tienen agujas de acero
que se adhieren a tu piel
sin darte ningún lugar
para sacarlos de encima
y dejarte respirar.
En cambio muestran espinas
que tendrías que sacar
cuidando que los abrojos
que podrías arrancar
no se lleven tu piel suave
que querrías conservar.
Quién sabe si los abrojos
que te siguen sin respiro
te ayudarán al carácter
dando fuerzas de flaqueza
mientras mirás adelante
para afrontar lo que llega.