Salí a luz de la oscuridad
con las armas que él me dio
y ví a las sombras con claridad.
Eran la tristeza, el ego y el miedo.
Caminaban rodeándome,
cual hiena riendo,
cual dragón mirándome,
cual león hambriento.
Eran el pasado,
el presente y el futuro
ante mi proyectando
lo oculto e impuro.
Caí de rodillas...
mientras, oía los rugidos
y los ecos de esos días
tan intempestivos.
Y estando en el suelo,
sólo pude pensar en tu voz
y eso me dio fuerza para el duelo
y pude alzar mis ojos...
Y pude usar mis flechas,
el látigo y la daga...
contra las bestias
que me acechaban.
Porque con una sola flecha de amor,
la burlona tristeza murió
al ser traspasada....
y con el látigo,
pude sujetar al dragón del ego
para asfixiar su quimérica vida...
y con la daga en la mano,
pude desangrar el corazón del león
que me amedrentaba.
Y sí...
Cubierto estaba mi cuerpo
de sangre hasta mis pies...
y mi mirada del llanto
que antes no lloré.
Era libre...
a la oscuridad de una nueva luz,
que era cálida y firme en el horizonte...
de un crepúsculo azul.
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De: Diana Janeth Reyes Diáz.
( Diana Reydz )
Publicado el
05/01/20
10:15pm
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