Queriendo ser feliz salí a buscar flores
Merodeando el jardín de los amores
Me encontré con tus grandes ojos
Y cometí el delito de enamorarme.
Fui apresado, juzgado y condenado
A pagar mi gran pecado
De amarte sin cuidado
Entregarte mi amor sincero
Me juzgaste con la ternura de tus ojos
Me condenaste con la dulzura de tu sonrisa
Leíste mi cruel sentencia
A la cárcel de tu amor de por vida.
Aprendí a vivir entre los barrotes
De tus ardientes besos
Arrastré mi orgullo y desprecié mi ego
Por quedarme enrejado, en tus brazos
Encerraste mi sonrisa
En los barrotes de tu alegría
Me alimenté con el rancho de tus besos
Dormí en el camastro de tus sueños
Me amarraste a tu historia
Con las cadenas del tiempo
Hoy me dices que soy libre
Y que olvide mi condena.
Olvidas mi amada carcelera
Que mi condena es de por vida
Que no conozco otro horizonte
Y te amo hasta la muerte.
Lima, 6 de febrero del 2020