Hedrodo.

EL REGALO

Te entrego en mi palma las líneas de vida,
que llevan descalzas el pasado y la dicha.
Y sobre las almas de mis dos piernas,
te entrego pasajes, sendero y peajes;
de la tierra que gira,
un bello paisaje.


Con esos amores de tibios colores,
te entrego a tus ojos
el brillo del cielo,
que el sol ilumina porque es eterno.
Y en la noche infinita
vislumbran tus ojos
el dorado del cielo,
escarcha de astros sobre el crespón negro;
que en tu bella mirada de ojos intensos,
refleja la tierra su café inmenso.

Te entrego praderas, ríos y sueños,
bastos olores de flores y rosas;
perfume de niña, mujeres y diosas;
muñeca de oro, te entrego otras cosas.

En tu boca indefensa de palabras sutiles,
son tus labios la entrada de la muralla que erige,
el castillo feudal con reyes y príncipes.
Y en el labial rojo de tus labios carnosos,
te entrego los besos que robo deseoso.


Te entrego mi vida de distintas maneras,
que la muerte ya viene.

¡Yo no sé si te quedas!

 

Del poemario MEMORIAS