(Inspirado en unos versos
de Juan Ramón Jiménez:
\"Estoy triste, y mis ojos no lloran...\")
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Estoy triste al no ver a tus letras
alegrar a mi alma en la tarde,
la mirada se pierde a lo lejos
para ver soledad en las calles.
Ya no buscan mis pasos perdidos
al gorrión que cantaba en el parque
y mis ojos se esfuerzan mirando
este mar tan azul y sin naves.
Ha llegado el invierno temido
y se cierran ventanas y hogares,
los suspiros se ocultan muy hondo
y los pechos le gritan al aire.
Al mirar a tu silla vacía
veo allí la silueta admirable,
la princesa de niños y sueños
con un halo de eternos saudades.
Volveré a cobijarme en el templo
mendigando limosnas y frases
que contengan la risa y el llanto
y que calmen la sed de mi sangre.
Es, quizás, una excusa sublime,
el cruzar los quebrados cristales,
enfrentarse al vacío que llega
y a la muerte de aspecto tan grave.
Pero quiero llorar en silencio,
y llorar como el niño que sabe
que ha perdido a la rosa bendita
y el poema de tacto tan suave.
\"...¡Cuánta nota perdida en sus cuerdas
danzará por los cielos con hambre,
sin saber que hay un niño, que busca
a la estrella perdida de un ángel!...\"
Rafael Sánchez Ortega ©
17/01/20