Luego, él se despega,
gruñe como un animal
al verme muerto,
y cruza en dos zancadas
lo que no abarqué yo en años.
Allí está otra vez:
frente al aire polvoriento
de John Fante
que las gaviotas celebran, radiantes;
frente al más vulgar deseo
de un cuerpo astillado,
lleno de sanguijuelas (besos),
¡tan fácil es lamer heridas
en silencio!
Sangrar es confusión,
la leche dorada del Sol
en la playa histérica,
el craso error
de haber andado el muelle.
Ahora, el buque se balancea, mecido por tus ansias,
y tú solo puedes zarpar...
Pobre enfermo,
¿qué harás cuando se estrelle?
29/1/20