En la tarde oscura
sonaba la gaita,
en manos de un niño
de cara rosada,
sus notas benditas
cual brisa llegaban
con besos del cielo
muy llenos de magia,
tenían encanto
sonrisas y lágrimas,
y estaban cubiertas
de sal y resacas,
y yo las oía
y allí me atrapaban,
¡bendita inocencia
del sueño y su estampa!...
La verde campiña
paciente escuchaba,
las notas silentes,
altivas y bajas,
las fuentes envidian
las voces tan claras,
los ríos se suman
y cantan sus aguas,
se acercan los ciervos,
las sombras avanzan,
la luna se asoma
y ofrece una nana,
y el niño que sigue
pulsando, con calma,
la línea difusa
sin voz ni palabras...
\"...En la tarde oscura
un hombre escuchaba,
los copos de nieve
llegando a su alma...\"
Rafael Sánchez Ortega ©
18/01/20