Ben-.

Nombre y nada-.

Cuánta violencia para imponer un nombre.

Como si fuera el silencio mismo, el que

ocultara en su templo de rocas ensimismadas,

la verdad arreciada. Lluvia de un cántico inasible,

piedra equidistante de la jovialidad moribunda,

gesto extraño que pone boca y ojos en la nada multiplicada.

Sí, apenas tiempo y nada y sótanos, en que esconder

la vulgaridad de ser cuerpo o ramas. Hubiera

preferido tener escamas, orillas, lechos, anillos,

en lugar de tanto aire, en lugar de fuegos ocasionales.

 

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