El pecho lo tengo
vacío,
y siento que en
mi lecho
no habrá rosas
sino astillas,
mis ojos
no se abren
del todo,
mis pulmones
no respiran,
me han matado
tres veces
cicatrices
que se pudren
y no cierran.
Sólo quedan cachos,
fragmentos
diminutos,
de mí misma;
ópalos iridiscentes
rodeando
mi cuello
para recordarme
lo que soy,
y lo que era.