Me conformo con saberte existente aunque el cielo lo pintes de abrazos para alguien más.
El insomnio lleva tu nombre y mis manos lo saben porque, cuando no logro dormir, te sé real y no en sueños donde la fantasía me maltrata.
La nada está llena de tus caminos pisados.
Las estrellas brillan con la forma de tu silueta y en tu cintura se enreda una fugaz y libertina que me enciende.
Quisiera ser el escultor de esa estrella que tenés en la figura.
Mi vaivén oscuro por la casa es estimulado mas no sé si por el café o por tu recuerdo.
Maldita la ignorancia cuando no te conocía, tremendo asombro cuando vi tu cuerpo y tu ser.
Y si todo ha de estallar que sea porque lo detonas con tus cabellos de oro.
La luna es irrepetible pero anhelo miles de noches para verte titilando en el negro y azul de arriba.
Que el viento delincuente me traiga tu aroma y perfume a las plantas a su paso.
Yo quisiera ser el sol de tus mañanas o el camino que recorren tus pies bondadosos, vos mujer que camina.
Tu andar llega al infinito porque sos mujer y, con solo mirarte, me hace sentir bendito.
Sos la serendipia romántica y sensual y así mismo son tu corazón y tu piel.
No hay universo digno de ser tu rival.
Caminante de pies alzados que, extrañamente, tus zapatos altos hacen eco en mi intimidad.
Tocas mi alma y das rienda suelta al fuego, tomando mi calma y poniéndola en mi contra en la guerra entre mi cuerpo y mi mente.
De tus labios brota la melodía de mi cansancio y mi luna llora por tu mirada empoderada.
De tus pechos emana la fuerza del sol que ilumina mi horizonte.
Sigo aceptando el fuego y el dolor aunque rechace al olvido porque desabrochar tu vestido define más que mi propia esencia de hombre.
Yo quisiera ser el sol de tus mañanas o el camino que recorren tus pies bondadosos, vos mujer que camina.
Tu andar llega al infinito porque sos mujer y, con solo mirarte, me hace sentir bendito.
Sos la serendipia romántica y sensual y así mismo son tu corazón y tu piel.
No hay universo digno de ser tu rival.
Caminante de pies alzados que, extrañamente, tus zapatos altos hacen eco en mi intimidad.
Tocas mi alma y das rienda suelta al fuego, tomando mi calma y poniéndola en mi contra en la guerra entre mi cuerpo y mi mente.
Marco Antonio Saborío Parreaguirre.