Invernaré mis sueños
antes de que anochezca
le prepararé una cama tibia
de hojas fragantes sepias.
Cuando la palidez acabe
de fruncir el ocaso
me soltaré despacio
sin pedirte clemencia
ni a Dios que me salve
de tu frágil demencia.
No quiero ver tus pupilas
con esas emociones nuevas
prefiero irme a la cueva
sin notar tu decadencia.
Y que taladres sin mí
tu cerebro reptil
¡despiértame!
cuando domes tus lunas
¡despiertame!
para ser libre al fin.