Se filtra ahora la luz
por las escasas rendijas
de la persiana, y una suave
conversación se escucha,
tan quebradiza como la escarcha.
Van los pensamientos cediendo
en su amarga intensidad,
y dentro del alma, un poso
de oscuridad va penetrándola.
Se ciernen sobre los labios malas
palabras, como nubes contaminadas,
mientras, en las aceras, se comen
las manos, los amantes al alba.
Yo me entristezco por no querer
nada, por encontrarme asolado
por ausencias destacadas.
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