Diego Invierno

Como un Cristo en la pared

Cuento las caricias del acero,
duermo en los raíles,
abrazo la tarde mientras oigo llover.
Me senté a guardar calor
sobre el incesto que es mi alma,
hecha sin hervor ni buenos tiempos,
y sé que he de luchar
para clavar nuestras estacas
en el pecho del recuerdo,
pues ¿de qué sirve contar,
si nunca haremos recuento?

 

25/1/20