Aráñame, no me duele.
Muérdeme, no lo siento.
Quiéreme, no me importa.
Quédate... o vete.
Sé mar o tan sólo gota.
Al final todo se agota...
Lloremos por lo aprendido,
por lo pérdido, por lo querido.
Por los que están, y los que se han ido.
Por todo lo recorrido...
Quizás cualquier tarde, puede que hoy mismo,
tu añoranza se clave tan hondo que mi mente se desvanezca tras ella... Y pueda verte en los rincones de mi, ahora oscuro, hogar.
Entonces, presa de la locura, te amaré de nuevo, tan intenso como fugaz.
Para después desvanecer tu figura, pero no tu recuerdo, que incesante sigue arañando, sigue mordiendo.