La señora empuja la silla
en zapatillas,
siguiendo las señales
de este sol de primavera;
alegría de la piel
que nos calienta.
Camina muy despacio.
Disfruta el día.
En la silla
el hombre inmóvil de la cabeza ladeada
luce sus prendas deportivas,
tan prácticas de quitar y poner,
tan prácticas para correr
o ser estatua.
La señora sigue al sol.
Disfruta el día.
No quisiera estar allí.
No quisiera estar así.
Se le van los pensamientos.
Con el dorso de la mano,
despacito,
acaricia el rostro
de su bebé recobrado.