Esto lo escribí un día de tantos aquellos que me hablaste de ti, entonces te tomé y te hice poema.
Infinita
Porque eres infinita, Sofía.
No señorita,
a usted la trajeron para algo más grande,
usted está aquí no para cosas pequeñas,
está para cosas que valen la pena;
la hicieron con toda la intención
porque de algún modo sabían,
que más adelante
en este mundo camuflado,
haría falta el amor,
el que usted tiene para ofrecer,
el que derrama por los ojos,
y el que seca con sonrisas.
No señorita,
a usted la hicieron
para algo extraordinariamente hermoso,
a usted se la hizo,
-según me dice mi sexto sentido-
para querernos a todos,
para proveer de amor al mundo,
que lo ha perdido todo,
no sé dónde, no sé en quién.
Quizá el mundo se haya equivocado,
y que desatino tan terrible en querer opacarla
y hacerse que no ve;
que tonta la gente,
que te ha hecho sufrir
más de lo que tú sufres por ellos;
con tal ternura de tu parte
a uno le basta para entender
que tus brazos son grandes,
y tu corazón infinito.
A veces llego a pensar
Que ahí en donde estas,
te hace falta un poco de amor,
del que no te puede dar este mundo,
ni ninguna otra cosa.
Pienso también que si tú me dejaras,
le pondría la misma alegría
que tú pones cuando curas a los tristes,
para darte toneladas de amor
y que te quedes un poco más,
visitando esta partecita de tierra,
hospedada en mi pueblo.
Solo entonces señorita
se habrá de completar tu ciclo de vida,
tu paso por estos oscuros rincones,
para más tarde volver,
a salvarnos de nuevo,
a salvar este infierno,
a vivir en mi mundo,
aunque yo solo sea
- cosa que no quiero-
un pedacito de todo
en tu universo infinito.
Edisson A. Cajilima Márquez
Libro: Poemario