Cuando baila la luna sobre las montañas
su aquelarre maldito de sangre y velos negros,
ese mar que tiembla en nuestra sangre
alza olas estrepitosas de locura,
blanda espuma reemplaza al pensamiento,
la lógica se hace añicos
sobre rompientes iracundas,
y el insomnio se vuelve áspero
como los acantilados de mi infancia.
Cuando la luna impúdica
pasea su vientre grávido
de pesadillas infames,
se abren oscuras y desconocidas compuertas
y todos los monstruos, desbocados,
se precipitan en nuestros manantiales
a babear en las aguas cristalinas
su azufre fétido y mortal.
Cuando la mentirosa luna
simula un quieto lago de marfil dorado,
cierra tus ventanas,
pon gruesas cortinas en tu alcoba,
y huye,
huye en un sueño de verdes praderas
o de quietos cipreses,
escóndete en un sueño soleado y claro
y busca en él tu verdadero corazón
olvidado un día en la playa
a orillas del mar.