Soñaba con que la lluvia
amainara,
al menos la que tenía
dentro de casa.
Cientos de espinos
alrededor
de mi pescuezo
tan letales
cómo el veneno.
Permanezco callada,
cuelgo una cuerda
en mi ventana,
se ha enredado
entre mi pelo y tus dedos.
La agonía es la muerte
de mi garganta,
a gritos asfixiados
y mi buena suerte.
El diablo ora con deseo
junto a todos los finados
mientras reposaba;
en mi mausoleo.