Más allá de tus ojos, muy cerca a tus miradas,
donde la luz destella la paz de tus pupilas,
he visto dos eclípticas que llorando tranquilas
entonaban sus cánticos con un millar de hadas.
¡Oh!, cómo te han poblado de candor y de fuego
aquellas aves prístinas llegadas del oeste.
Creadora de nidos que cuelgan de tu veste.
Altar de tus cabellos perfumados de un ruego.
¡Ay!, tu belleza ignota de azules y de granas.
De estatua de mujer, de estatuas sigilosas,
que se levantan con arenas, con espumas.
Tus labios de silencios de junio en las mañanas,
hacen brotar en tu crin jazmines y rosas...
Tu voluntad de hespéride que ha disipado brumas.
Derechos reservados de autor
David Morales arriola