Germinaron los dos bellos luceros,
mis brazos los arrullaron contentos,
los cobijó manto de sentimientos,
liberando suspiros de te quiero.
Iluminaron vidas caminantes,
de su padre, madre y familiares,
moviendo el corazón con sus telares,
para tejer amorosos celantes.
Semillas en tierra fértil cayeron,
y frutos de amor llenan nuestras manos,
¡gracias, oh Dios bondadoso y tierno!,
dos gotas de agua son hoy nuestro invierno,
que sacian sequía en nuestros veranos,
porque alma solitaria abastecieron.