Y me muero,
me muero lentamente
viendo los días pasar;
no salgo de la monotonía,
esa maldita monotonía
que cada día me asfixia
sin darme cuenta;
hasta que mi voz
se transforma en suspiro de alivio
al saber que todo acaba;
despegando como un globo
al lugar que tanto anhelo,
donde ya nada importa;
porque por fin podré descansar,
de esta tortura
a la que llaman vida.