Hola mi buen Dios, hoy di un paseo por mis recuerdos y vi algunos escombros sin remover; me pregunte ¿Por qué siguen allí todavía? y al darme cuenta lloré amargamente y me alcanzaron las dudas. ¿Quién soy en verdad?, ¿estoy predeterminado al fracaso? O ¿no existe una mínima esperanza para mí?; a lo que respondí sin ninguna incertidumbre; solo Dios me conoce y lo sabe. El conoce mis pensamientos más profundos y mis temores no les son ocultos, por lo tanto; no le puedo engañar. Entonces reconocí que debo ser honesto y responsable de mis aptitudes, y que al mirarme en el espejo de la vida debía reflejar las diminutas partículas de polvo que soy.
Siempre trate de ser buena persona, pero ser buena persona no es suficiente, nadie puede comprar con buenas obras lo que tú le brindas gratuitamente; solo por aprender a confiar; lo que no he podido comprender a lo largo del camino en que voy; parezco un barco sin velas llevado por el viento a un viaje sin destino.
Debería preocuparme mi situación por la dirección en que van mis pasos y por la incertidumbre de no saber el camino y aunque tú sabes mi final prefiero escucharte decir ¡sígueme¡ sígueme porque el futuro es oscuro y ves el presente pero solo yo sé decirte que hay detrás de esa puerta; entonces llega el momento en que reconozco mi necesidad de ti… y albergo una gota de esperanza en mis manos, solo que tú no estás presente para que yo lo sepa.
Posdata:
Necesito escuchar tu voz…