Caminaba como despistado peregrino
Que va rodando sin tiempo, ni destino
Viajero perdido en la bruma de la vida
Extraviado en su propio laberinto.
Era una de ésas tardes agónicas
Donde el horizonte de tiñe de tristeza
Sentada, acompañada de la soledad
La vi absorta en el nostálgico atardecer
Vi en su mirada profunda pena
Quizás anhelaba los brazos del mar
O tal vez solo añoraba a alguien
O recordaba tiempos vividos.
Desde entonces mi vida cambió
Ella es quien adorna mis sueños
En mis horas de mortal angustia
En las crueles ratos de mi soledad.
Desde entonces guardo su mirada
Que ahora está en mis sueños rotos
Busco su abrazo en el arco iris
Sus besos en la brisa del mar
Soy aquél que grita en la aurora
Buscando los rasguños de su alma
Contando las gotas de rocío de amor
Que hagan germinar mi triste ilusón.
Lima 15 de febrero del 2020