Diego Invierno

El Alud

Yo muero porque no sé vivir.
Los días pasando son guillotinas
que caen sobre mi nuca
sin lograr decapitarme,
capazos de granizo brotan
de una nube gris,
doy sepultura a la camada
en lo que llega la debacle.


Aquí aspiré sus cenizas
hasta que sentí el asma
invadir mis pulmones.


Aquí ha de fundirse el liquen
y lo oscuro, royendo el alma
de los bosques vírgenes.


Aquí, húmedas por los musgos
que ahora cubren la madera,
las ascuas de hoy son fuego de ayer.


Aquí aprendí a recorrer esa catedral
donde el sonido de mis pasos
sobre la música del órgano
no era más que un goteo
en medio del diluvio ártico,
y creí oír llorar a un cuervo ronco
a merced de las nevadas,
pero, aspirando aquel somnífero,
¿cómo iba a saber dónde estaba?


11/1/20