La blonda marina orla de espuma la mar
como el ágil bailarín se remeda en la arena
y se turba grosera maldiciendo la roca
se abalanza traicionera sobre la ribera.
Y la olas en la danza centella
apretujan salvajes sus carreras
para marcar estallido de altercado sonoro,
marejadas de fiero vaivén
turbase la canoa y la gabarra
prepotente invita a lo profundo
perderse en el sinuoso abismal.
Aludes torrentes de crestas oceánicas
se estiran queriendo destronar
las gaviotas en su raudo vuelo burlón
y al no poseer el magno de los cielos
iracundas gruñen maldiciones sobre el
farallón.