Santiago Molina

Tarde de dilema.

 

Me gusta el café, pero el té siempre ha estado para mí.

El té es ligero y me cura de mis malestares, además de que puedo disfrutarlo sin problemas.

El café es amargo pero con una buena porción de azúcar de amor sabe perfecto.

El té y el café son distintos, el té es más dulce y divertido, siento que aveces es  un poco infantil.
El café es amargo pero más responsable y cerio.

Si tomo mucho té me puedo empalagar, si tomo mucho café me puedo hartar.

Todos me dicen que el té es bueno y que no me caería mal y que el café puede causarme daños a largo plazo.

Pero me atrae el café, ¿es por ser distinto a la maldeada y frape que muchos chicos quieren?.

El té me espera, cargado con una gran porción de Manzanilla de abrazos.

- ¿ya decidió con que acompañara su cuernito del destino señor?.
- aun no.