Sinceramente Poesía,
cuando naces te apoderas
del viento y las estrellas,
de la noche y su robusta luna.
Tus manos líquidas son tormenta
que baña el manantial de oro
resplandeciente en la aurora.
Eres Poesía,
mirada de fuego que envuelve la tarde
en brillantes arreboles.
Oscuridad de la noche cuando resguardas,
el debut de jóvenes amantes
quemándoles la inocencia.
Eres migaja de pan,
que de boca harta resbala,
en la mirada de aquél que nunca sabrá
qué es la miseria;
porque quién viviendo en el agua
creerá que la lluvia moja.
Oh Poesía,
que sin tí nada es verdad
y nada es mentira.
No hay hecho sublime en el precioso instante,
que el polluelo rompe la cáscara
que después de darle vida
lo aprisiona.
Y con eso Poesía,
me has enseñado a disfrutar
el cautiverio en esta cárcel de emociones,
imaginación y
sinceridad.
Hora tras hora de la noche,
noche tras noche,
días cláustricos entre símbolos
letras y
metáfora.
Encadenado a palabras fugitivas
que a veces aturden la memoria.
Gracias Poesía,
porque sin tí . . .
ni la gaviota con su aleteo
espolvorea el viento sobre el lago,
ni la muerte con su frío beso
será el camino para llegar al cielo.
Gracias Poesía
por ligarme infinitamente
con la grandeza del espíritu,
porque mi alma se recrea
en la eternidad de la palabra.
Perpetúa mi condena
hazme vasallo de tus cortes,
que obediente seguiré tus caminos
para rendirte pleitesía
y caer de rodillas frente a tu trono.