Si en otros siglos las puertas del Senado
se abrieron a conjuras contra Tiberio
y el cruel Nerón, clamando sus discursos,
sobre un lujoso trono aguardaba
traiciones como garra invisible.
Si Augusto pudo ver amplias grietas
en el imperio que había ganado
o Adriano, con sus emblemas de paz,
abrazó la difusa nada
hallando tan sólo muerte.
Alguna vez las guerras y los héroes
mostraron su orgullo en tus palabras,
mas ahora la piedad cierra filas,
lugares que conoces se hacen brumosos,
hundidos en un mar de ruinas.
Tú miras un presente que te cansa,
los nombres del pasado se pierden
y agotan sus avaras razones
detrás de las mentiras.
Triste historia
la tuya mientras el tiempo pasa
ciñendo su bandera rota.
Como el día que amanece borrando
los sueños, ahora Roma y tu linaje
van hacia su fin. Son un paisaje
efímero que ve pasar las horas
y se hunde en una noche sin estrellas.
Emblema de conquistas olvidadas,
un viejo trapo para echar en la hoguera.