Miguel Angel Garrido

CAÍDA DE CONSTANTINO I EL GRANDE

Si en otros siglos las puertas del Senado

se abrieron a conjuras contra Tiberio

y el cruel Nerón, clamando sus discursos,

sobre un lujoso trono aguardaba

traiciones como garra invisible.

Si Augusto pudo ver amplias grietas

en el imperio que había ganado

o Adriano, con sus emblemas de paz,

abrazó la difusa nada

hallando tan sólo muerte.


Alguna vez las guerras y los héroes

mostraron su orgullo en tus palabras,

mas ahora la piedad cierra filas,

lugares que conoces se hacen brumosos,

hundidos en un mar de ruinas.

Tú miras un presente que te cansa,

los nombres del pasado se pierden

y agotan sus avaras razones

detrás de las mentiras.

                                    Triste historia

la tuya mientras el tiempo pasa

ciñendo su bandera rota.


Como el día que amanece borrando

los sueños, ahora Roma y tu linaje

van hacia su fin. Son un paisaje

efímero que ve pasar las horas

y se hunde en una noche sin estrellas.

Emblema de conquistas olvidadas,

un viejo trapo para echar en la hoguera.