Todo era pulcro silencio
la brisa las cortinas mecía
y acariciaba dos cuerpos
que sin vocablos se querían.
Obviaban toda palabra
sus ojos todo lo decían
y sus manos y sus labios
las caricias labraban.
Amarse era su estandarte
la noche les sonreía
al sus almas juntarse
en ellos el amor existía.
Solo querían anclarse
bajo el manto de la luna
que los arrullaba, que los cubría
en la albura de sus auras.
Extasiados en su silencio
sus miradas sonreían
entre aromas impolutos
el amor se hacían.
Yamila.