Mi vida es...
una rama de sándalo perpetuo,
meciéndose en la orilla...
en días de tormenta
se desdobla,
como una larga epifanía...
sin que la lluvia lo reclame,
su desnudada faz...
cubre con su sombra
los espinos sin retoño,
como las aves
deshojadas de ternura...
en las orillas
desestructuradas
del crepúsculo.
Y fluye descorazonada
y encadenada a su liturgia,
junto al labio
desasosegado...
de la tarde
en que se cita.