No puedo ser
ya no
abandoné
el pincel
y los colores
que
sombreaban
de luz
mis existencias.
No sé
qué fue
de la que supo
de la
oscuridad
de la noche
pero
se empecinó
en ver
el resplandor
de la mañana
de la que
expuso
su cuerpo
en llagas
al dolor
de las
caricias
de la que
caminó
por páramos
sin orillas
viciada
de certezas…
Ya no soy
una
soberbia
bocanada
del infierno
me arrojó
a este oscuro
rincón
de mi conciencia.
A veces...
inmóvil
en la tensa
irrealidad
de mis pesares
acurrucada
en el temblor
de mis tinieblas
una ilusoria
puerta se abre
y la niña
que fui
me toma
de la mano…
y me lleva…
Desando
los desiertos,
que desecan
la piel
de mi tormento…
y
te encuentro
allí…
en la intranquila
espera.
©Raquel Varrotti