Sobre el borde de la cama,
un arma detonada. Y, flotando
en la ventana, un alma que
se escapa. Se filtran por los celajes,
los primeros rayos del alba.
Las cortinas lisas, nunca
conocieron la cara de aquella
que se ocultaba. Murieron vírgenes,
las plantas de sus pies,
dejando un nudo de sangre
en la habitación damnificada.
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