Con gracia tan pristina,
llena de luces, y de encanto llena,
asoma tan divina
con aura muy serena;
la luna que radiante va alumbrando
del cosmo su misterio;
tan grande y tan profundo,
y siento va dejando
tan dentro de mi pecho gran salterio,
que trae en sus arpegios luz al mundo;
buscando que renazca amor fecundo
que acabe con la guerra;
que siembra de dolor su dura garra,
haciendo de la tierra
infierno que las almas las desgarra.
Y llegan las mañanas
y miro que los cielos palidecen,
y escucho las campanas
que triste languidecen;
en medio de dolores y lamentos,
que llevan los pesares
de niños que sollozan
por falta de alimentos;
y buscan en mugrientos muladares
el pan que en sus hogares nunca gozan;
en tanto los políticos retozan
cubiertos de dinero,
que roban a los pueblos oprimidos;
haciendo sumidero
de sueños que jamás serán cumplidos.
Autor: Aníbal Rodríguez.