Mi pie roza tu pierna bajo la mesa.
Es bella, larga, carnosa y entornada,
agitada, muy nerviosa, bien formada,
y con dificultad su pasión represa.
Pero mi pie insiste, ataca, regresa,
anunciando frente a cada estocada
una fantasía erótica y mojada,
agresiva, juguetona y tigresa.
En tus ojos noto el gozo en arrebato
cuando percibo que cae tu zapato
dejando tu pie desnudo y ermitaño.
Te levantas en seguida de la silla
dejando entrever tu espléndida rodilla
y diciendo dulcemente: -¡Voy al baño!