Alma muerta enterrada, nunca muerde,
ya no emerge, ni revela a vivir,
en ninguna luz vuelve a resurgir,
quedando un vacío que no se pierde.
Y que sólo mi olvido te recuerde,
de pulcra memoria para acudir,
donde por doquier ver que mi sentir
se viste de esperanza color verde.
Y sea para ti este último verso,
pues punzante y fría fuiste la espina,
y también amarga sin disimulo.
Y destruido trozo a trozo disperso,
dejaré abandonado en una esquina,
todo tu querer que fue tiempo nulo.