Cuarenta estudios del amor y una canción desesperada
No es que me esté muriendo
de amor,
me muero por el deseo
de tu presencia.
No es que me muera del
frío, pegando mi cuerpo
triste y empedernido
de coléricos recuerdos.
No es que me muera sin tus ojos,
me muero sin tus ojos
fijados en mí.
Tu pupila se refleja en el
retorno de mi pupila
fulminante y dolorosa.
Ah rosa del navío naufragado
de trémulasa olas del río negro.
Ah rosa temblorosa del reseco,
lecho de vastedad acogida en
el seno de tu lecho materno.
Bella gaviota de ensueño,
cansada en el rincón del
oasis del día llorente.
Ay amor mío!, A amada mía!
Ay mi gran amor hacia ti.