Esta carrera desperdigada
en la que nadie llega
y la meta es jamás,
una calavera en cada mirada,
el hueso agudo de la muerte
tendido de mano a mano,
ese ritmo de estrellas fugaces
que pasan demasiado rápido
y nos dejan en el fondo del paladar
palabras inconclusas,
un anhelo vibrante
de incumplidos sueños,
y el sabor acre de la pesadilla
pegado a la sonrisa final.