Amor,
palabra tan corta,
tan simple,
tan repetida.
Todos te gastan
en aullantes canciones,
y te susurran en callejones oscuros.
Te riman con flor
y te comparan con las rosas tempranas.
Te repiten con voces trémulas,
ponen los ojos hipócritas en blanco,
juran tu nombre en vano
justificando sus sórdidos devaneos.
Cuánto egoísmo ensortijado
como un caracol lleno de afiladas garras.
Te musita la lujuria en cuclillas en el barro.
Ponen tu culo en remojo para mejores ofertas.
Y luego, te venden al mejor postor
como verdura un poco pasada en el mercado,
y al final, te tiran a los puercos,
cuando ya no eres más que una col marchita.