IGUAL QUE ACUDE, SE EVADE
Tarde ya para girar
y temprano para ver,
en el profundo interior.
Se desvela cada día,
en la propia reflexión.
No hay marcha atrás,
un solo instante,
que muta y muda al pasar.
Se va diluyendo el tiempo,
que entre los dedos resbala.
Que sin apenas rozar,
deja la espina clavada.
El sello que su aire deja,
y que a la mente señala.
Entre instantes se declara,
la auténtica voz del alma.
No torna el tiempo pasado,
pero su peso ha dejado,
señales entre los huecos,
que quedan en la memoria.
Cicatrices y reflejos,
de pasiones y deseos.
Girando como una noria,
vuelve de nuevo el recuerdo.
Tarde para dar la vuelta
y a tiempo para cambiar,
la falsedad y la torpeza.
A tiempo de despertar,
del sueño que nos cercena.
Pronto y tarde,
así se encuentran,
buscando la libertad.
El tiempo azota o acuna,
pudre la flor o embellece,
a la incipiente criatura.
Merma o crece su locura,
cuando estremece o ayuda.
El tiempo no tiene dudas,
átono y lento perdura.
Su voz no grita ni muda.
Tarde llega o nunca nace,
o temprano y pronto yace.
No acontece o se deshace,
como pavesa en el aire.
Sorprendentemente llega,
sin avisos ni señales.
Tarde para dar la vuelta
o pronto para acercarse.
Así girando, se queda.
Sin mirar pasa de largo,
como un sonido sin aire.
Girando torna el recuerdo,
que igual que acude, se evade.
A.L.
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19/02/2020