Volé por el plateado destello de la luna
al evo infinito para ver tu imagen bella,
mas el refulgente resplandor de una estrella
hirió mis ojos para no ver beldad alguna.
En mi etéreo recorrido no tuve fortuna.
El malhadado hado no me dejó seguir la huella
de la que me epató como fulgurante centella
que del cielo cae a lo más hondo de una laguna.
Mi corazón sigue manando eterno dolor
por la amarga ausencia de mi bello querubín.
Su dulce angustia jamás encontrará consuelo
en este miserable mundo, falso y traidor.
A su sangrante aflicción deberá poner fin
si no quiere vivir sufriendo en este desvelo.
Suspiros y sueños de amor