1
Ficus, enredado en viento
de la tarde,
en silenciosa armonía cañaveral,
cabila mil mensajes.
¡Qué música santa
nace del rumor
de tus hojas,
invitando adormecer,
faenas rudas.
2
Ficus, sombra de luz
naciente en ocaso.
Tea ardiente de penumbra,
acicalada de follaje y paz.
Ficus, ardiente en hojas
y nidos de cuculas,
cuyas alas encantan al poniente.
Las tardes han sembrado
en cada hoja,
en cada rama,
en cada follaje de poesía
el recuerdo de tu tronco bendecido.
3
Ficus, me encargan
tus ojos llorosos,
de polvo y cal,
llevarlos por siempre,
entre surcos y cañaverales,
sacudiendo al viento,
y regando con agua
prensil tu memoria.
Ficus, mañana,
sobre césped rebelde
que tu sombra refleja,
crecerá glorioso
tu nombre altivo;
guardián de nuestra historia.
4
He crecido bajo tu robusta
forma, protegida de sol,
solazando recuerdos,
y en tus ramas sembré
cuanto pude ofrecer,
semillas, gajos, espuelas
que la tierra oficia
como madre agradecida.
Cañaveral, tras cañaveral,
en lontananza,
tu sombra alumbra fuerza
y hace crece nidales
de pájaros y huecos de greda.
5
Ficus, crece, alterna
altura y tiempo.
En él,
el aire
se hace historia.
El cielo
habita
en sus hojas
de luna.
Mece ocasos,
y atisba
amaneceres
azules.
Ficus, ¡Qué
duro tronco
carcome
días silentes¡
6
En pleno sol
de la tarde,
-enhiesto ficus,
tea al cielo-
se eleva
en busca de estrellas.
Ficus, parva de alas,
de hojas, de ramas, de viento
denso. Toda tu copa
torcida se torna
capa de arcilla.
7
Ficus de mi Cartavio,
verdes, polvorosos,
donde anida historia y sueños.
En sus troncos grabados
surcos de esperanzas truncas.
¡Qué historia late en tu seno,
donde reposa la imagen
del cañero explotado.¡
Tu savia es sangre
de cañaverales,
sembrados con sudor
y hambre.
8
Ficus, remos de la tierra
en corazón de Cartavio.
Teas inmensas de paz
saludan al cielo,
batiendo banderas blancas,
orondos manojos de nubes.
Teas verdes de esperanzas,
vuelan vastas añoranzas.
Ficus, airados, placenteros
a los ojos de Dios,
viven en tardes vacías,
encendiendo peto de los campos.
9
Ficus, elevadas formas
de hendir el cielo.
Antorchas vivientes
encienden poniente
de cañeros.
Ficus de Cartavio, escalas
atisban el camino
a Dios.
10
Ficus de Cartavio
de gran corazón:
tienen raíces,
híbridos brazos
de rugosas formas.
Se empinan hacia el cielo,
elevan plegarias,
sustraen preces
de ramas polvorosas,
y en su copudo lecho
de hojas blondas,
nidos de cuculíes
y gorjeos, elevan su canto
a la tarde.
11
Elevados ficus
de retorcidos troncos,
plomizo , amargos;
de ramas jocundas;
cobijo de alondras,
coposo follaje,
altar de libélulas.
Elevados ficus
de Cartavio antiguo,
flor de leyendas,
de tiempos dorados;
ficus de mi pueblo,
antorcha luciente
en cielo apagado.
12
Ficus de Cartavio,
adarga mochica,
brazo de noche,
aliento de tiempo.
Ficus de Cartavio,
peldaño de historia
de mi pueblo heroico,
que guarda gallardo,
gratos gramalotes.
13
Ficus, carcomidos en tronco
Florido de años mustios,
heridos por cruel osadía
de leñador procaz,
por voraces hormigas,
por la lluvia tenue
y tiempo fortuito
de carcazas rudas.
Ficus, inclinados hacia el sol
dorado de ínclitas ramas,
incita la tarde, cobija
el poniente,
en verduzcas hojas.
Ficus de mi pueblo,
fascículo de fina floresta.
14
Ficus, ´prodigiosa forma,
pan hecho madero,
mármol vegetal ,curtido
entre cielo y tierra,
espolón emergente
en busca de estrellas.
Ficus de Cartavio,
lámpara de luz
hecho agonía.
15
Me acuesto
bajo la fresca sombra
de los ficus. Ausculto
el follaje, el vuelo
perspicaz de abejas,
el sueño de hojas
convertido en luceros.
Los ficus son imagen
de Dios crucificado.
Veo correr entre ramas,
un río inmenso
de plateado anhelo.
16
Miro el rostro quemado
de cortezas mustias,
y el brillar silencioso
del viento en ramada.
Todo su cuerpo añoso
de sílice prestado,
evoca lucha
de cañeros muertos,
del dulce amargor
de sacarosa hemática.
Los ficus se solazan
con sollozos graves,
de huelgas centenarias.
Son rostro prestado
de hambre y miseria.
Los ficus elevan,
feroces atalayas
en busca de rayo
y centella.
17
Desde mi ventana,
figuran los ficus,
oquedad de astros
descolgados del universo.
Apacibles, a veces,
caudalosos en tardes;
los ficus semejan
río de sombras
que acechan la vida.
18
Bajo la sombra inquieta
de tus ramas floridas,
tu fronda espesa
aguarda nidos, silbidos
y colores de hojas
que son lenguas
abiertas al cielo,
de Cartavio.
¡ Oh ficus ancestrales
de formas y sonidos,
solo tú aguardas futuro
en tu inmenso corazón
de gigante amigo.¡
19
Silenciosos ocasos
desprende
tu creciente aurora,
ramas coposas
de abundante fronda
hieren el horizonte,
parvadas de cuculas
vienen hacer nido
entre hojas
y tu corazón de niño.
20
El tiempo viajero
mece tus ramas,
presencia de olvido.
Los ficus fueron creados
por los dioses
para su inmortalidad.
Fueron sembrados
para sobrevivir al tiempo,
y gallardos elevan su figura
hasta la flama del sol.
21
En lo alto de la Casona
se hacen más finos
los ficus. En actitud contrita,
parecen en la tarde
ángeles , que elevan preces
al Señor.
22
Los viejos ficus, solemnes,
sienten renacer
día a día,
en cielo luz
de Cartavio.
23
Rugoso tronco,
verdosa corteza,
ásperas ramas
donde duermen los sueños,
y esperan apacibles
veranos mustios.
Las hojas de ficus
rumorean cantos de viento.
24
Altivos ficus de romances
históricos,
el musgo del tiempo
ha cerrado sus huellas
entre osamentas
y parcos caminos.
En tu altiva fronda ¡oh ficus¡
todos los ocasos y auroras
prenden de tu tibio
talle,¡ guardián de cielo.¡
25
Altaneros como sílfides
gloriosos, espigas de la tierra,
yemas de sol.
Ficus, espejo de nubes,
retratan pasión y desvelo
en amplio cielo.
Ficus , puente entre mi voz
y tierra apagada.
Grave desconsuelo
tu batir de nave.
26
Quiero cerrar mi trino
encarnecido,
hecho de verde lirio.
Ficus , enramado en la sombra
de límpidas cadencias.
Compañero del viento,
leve forma,
hecho candil nocturno.
Ficus, tantas veces soñado,
ser leño en barriadas.
Dime, dónde escondes
ese canto adormecido
en madrugadas, arrullas
a peones que inician
faenas campestres.