Juan Francisco Manrique Castro

FICUS   DE   CARTAVIO

                 1

Ficus, enredado en viento

de la tarde,

en silenciosa armonía cañaveral,

cabila mil mensajes.

¡Qué música santa

nace del rumor

de tus hojas,

invitando adormecer,

faenas rudas.

      

       2

Ficus, sombra de luz

naciente en ocaso.

Tea ardiente de penumbra,

acicalada de follaje y paz.

Ficus, ardiente en hojas

y nidos de cuculas,

cuyas alas encantan al poniente.

Las tardes han sembrado

en cada hoja,

en cada rama,

en cada follaje de poesía

el recuerdo de tu tronco bendecido.

                 

            3

Ficus, me encargan

tus ojos llorosos,

de polvo y cal,

llevarlos por siempre,

entre surcos y cañaverales,

sacudiendo al viento,

y regando con agua

prensil tu memoria.

Ficus, mañana,

sobre césped rebelde

 que tu sombra refleja,

crecerá glorioso

tu nombre altivo;

guardián de nuestra historia.

            

             4

He crecido bajo tu robusta

forma, protegida de sol,

solazando recuerdos,

y en tus ramas sembré

cuanto pude ofrecer,

semillas, gajos, espuelas

que la tierra oficia

como   madre agradecida.

Cañaveral, tras cañaveral,

en   lontananza,

tu sombra alumbra fuerza

y hace crece nidales

de pájaros y huecos de greda.

           

        5

Ficus, crece, alterna

altura y tiempo.

En él,

el aire

se hace historia.

El cielo

habita

en sus hojas

de luna.

Mece ocasos,

y atisba

amaneceres

azules.

Ficus, ¡Qué

duro tronco

carcome

días silentes¡

     

        6

En pleno sol

de la tarde,

-enhiesto ficus,

tea al cielo-

se eleva

en busca de estrellas.

Ficus, parva de alas,

de hojas, de ramas, de viento

denso. Toda tu copa

torcida se torna

capa de arcilla.

 

          7

Ficus de mi  Cartavio,

verdes, polvorosos,

donde anida historia y sueños.

En sus troncos grabados

surcos de esperanzas truncas.

¡Qué historia late en tu seno,

donde reposa la imagen

del cañero explotado.¡

Tu savia es  sangre

de cañaverales,

sembrados con sudor

y hambre.

          

             8

Ficus, remos de la tierra

en corazón de Cartavio.

Teas inmensas de paz

saludan al cielo,

batiendo banderas blancas,

orondos manojos de nubes.

Teas verdes de esperanzas,

vuelan vastas añoranzas.

Ficus, airados, placenteros

a los ojos de Dios,

viven en tardes vacías,

encendiendo  peto de los campos.

               

          9

Ficus, elevadas formas

de hendir el cielo.

Antorchas vivientes

encienden  poniente

de   cañeros.

Ficus de Cartavio, escalas

 atisban el camino

a Dios.

     

         10

Ficus de Cartavio

de  gran corazón:

tienen  raíces,

híbridos  brazos

de rugosas formas.

Se  empinan hacia el cielo,

elevan   plegarias,

sustraen  preces

de   ramas polvorosas,

y en su copudo lecho

de  hojas blondas,

nidos  de cuculíes

y gorjeos, elevan su canto

a  la tarde.

 

             11

Elevados ficus

de  retorcidos troncos,

plomizo , amargos;

de  ramas jocundas;

cobijo  de alondras,

coposo  follaje,

altar  de libélulas.

Elevados  ficus

de  Cartavio  antiguo,

flor  de leyendas,

de  tiempos dorados;

ficus  de mi pueblo,

antorcha  luciente

en  cielo apagado.

         

        12

Ficus de Cartavio,

adarga  mochica,

brazo  de  noche,

aliento  de tiempo.

Ficus de Cartavio,

peldaño  de historia

de  mi pueblo  heroico,

que  guarda gallardo,

gratos   gramalotes.

   

            13

Ficus, carcomidos en  tronco

Florido  de años mustios,

heridos  por cruel osadía

de   leñador procaz,

por   voraces hormigas,

por   la lluvia tenue

y  tiempo fortuito

de  carcazas  rudas.

Ficus, inclinados hacia el sol

 dorado  de ínclitas ramas,

incita  la tarde, cobija

el  poniente,

en   verduzcas hojas.

Ficus de mi pueblo,

fascículo de fina  floresta.

             

            14

Ficus, ´prodigiosa forma,

 pan hecho madero,

mármol  vegetal ,curtido

entre cielo y tierra,

espolón  emergente

en  busca de estrellas.

Ficus de Cartavio,

lámpara de luz

hecho agonía.

        

     15

Me  acuesto

bajo  la fresca  sombra

de  los ficus. Ausculto

el  follaje, el vuelo

perspicaz de  abejas,

el sueño de  hojas

convertido en luceros.

Los ficus son  imagen

de  Dios crucificado.

Veo correr entre  ramas,

un  río inmenso

de  plateado anhelo.

           

       16

Miro el rostro quemado

de   cortezas mustias,

y el brillar silencioso

del viento en  ramada.

Todo su cuerpo añoso

de  sílice prestado,

evoca   lucha

de  cañeros muertos,

del  dulce amargor

de sacarosa hemática.

Los ficus se solazan

con  sollozos graves,

de  huelgas centenarias.

Son  rostro prestado

de hambre y  miseria.

Los ficus  elevan,

feroces  atalayas

en  busca de rayo

y  centella.

     

      17

Desde mi ventana,

figuran  los ficus,

oquedad  de astros

descolgados  del universo.

Apacibles, a veces,

caudalosos en  tardes;

los ficus semejan

río de sombras

que acechan la vida.

             

       18

Bajo la sombra inquieta

de  tus ramas floridas,

tu  fronda espesa

aguarda  nidos, silbidos

y colores  de hojas

que  son lenguas

abiertas  al cielo,

 de Cartavio.

¡ Oh  ficus ancestrales

de  formas y sonidos,

 solo tú  aguardas  futuro

en  tu inmenso corazón

de  gigante amigo.¡

             

 

          19

Silenciosos ocasos

desprende

tu creciente aurora,

ramas  coposas

de  abundante fronda

hieren  el horizonte,

parvadas  de cuculas

vienen hacer nido

entre  hojas

y tu corazón de niño.

              

       20

El tiempo viajero

mece  tus ramas,

 presencia  de olvido.

Los ficus fueron creados

por  los dioses

para  su inmortalidad.

Fueron sembrados

para   sobrevivir al tiempo,

y gallardos  elevan  su figura

hasta  la flama del sol.

       

       21

En lo alto de la Casona

se hacen más finos

los  ficus. En actitud contrita,

parecen   en la tarde

ángeles , que elevan preces

al Señor.

 

          22                                                                   

Los viejos ficus, solemnes,

 sienten  renacer

día  a día,

en  cielo    luz

de  Cartavio.

          

     23

Rugoso tronco,

verdosa   corteza,

ásperas   ramas

donde  duermen los sueños,

y  esperan apacibles

   veranos mustios.

                   Las hojas de  ficus

rumorean  cantos de viento.

               

           24

Altivos ficus de romances

históricos,

el  musgo del tiempo

ha  cerrado sus huellas

entre   osamentas

y parcos caminos.

En tu altiva fronda ¡oh ficus¡

todos   los ocasos y auroras

prenden   de tu tibio

talle,¡ guardián  de cielo.¡

          

           25

Altaneros como sílfides

gloriosos, espigas de la tierra,

yemas de sol.

Ficus, espejo de nubes,

retratan  pasión y desvelo

en  amplio  cielo.

Ficus , puente entre mi voz

y tierra  apagada.

  Grave desconsuelo

tu batir de nave.

          

       26

Quiero cerrar mi trino

encarnecido,

hecho  de verde lirio.

Ficus , enramado en la sombra

de   límpidas cadencias.

Compañero del viento,

leve   forma,

hecho   candil nocturno.

Ficus, tantas  veces soñado,

ser  leño en barriadas.

Dime, dónde escondes

ese   canto adormecido

 en  madrugadas, arrullas

a  peones que inician

 faenas campestres.