Ahí va,
ondeando la cordura,
la mía.
Mi acuarela,
acuario, marítima ternura:
espuma que sube
sitios inalcanzables,
con la penumbra,
debajo de las fosas de mi vida.
Color paroxismo,
frondosas tus pisadas de raíz.
Soy el dolor en un sol
cuya garganta sangra,
pero tú misma,
en tu marcha eclipsante,
nutres el uni-verso,
de uno solo,
sin soledad,
con tu estelar sonrisa,
ese contorno…
que mis dedos dibujan sin calma,
robada,
en tus ansias,
en tu refugio.
Cómo me faltas.
Dueña de un tiempo que nos hizo nacer,
única, sin volumen, alma pura,
sin ciencia, inexplicable.
Y yo no sé no sé,
si en tu boca se ahoga mi nombre,
o si en tu boca mis besos son espectros.
No sé si tu amor enardecido
renacerá en otros sueños.
Temo encontrarme contigo,
pero temo más ya no encontrarte.
Aunque te miré en todas partes,
y nadie vea y nadie sepa
el sabor de mi silencio.