La mirada de una madre
es manantial de ternura,
se convierte en el amor
que a nuestro ser estimula
y le da serenidad,
¡Tenerla es una fortuna!
La madre es emprendedora,
el bien de sus hijos busca,
sin horario, sin descanso,
algunas veces se angustia
por problemas de la vida
pero no pierde cordura,
saliendo siempre adelante
en situaciones agudas,
demuestra su valentía
casi nunca se derrumba,
es grande su resiliencia
entre cenizas despunta.
Su tarea nunca acaba,
su quehacer continúa,
con su pelo encanecido
por sus retoños ayuna;
cuando los observa en paz
la felicidad la inunda,
es la mujer un ser único,
la divinidad la alumbra
para ser guía tenaz
de tan encomiables luchas.
Cuando ya no la tenemos
en el corazón perdura,
es parte de nuestro ser
que como esencia circula,
dando fortaleza al alma
donde por siempre se acuna.
“La madre es un ser bendito,
es un faro entre las brumas
que ilumina nuestras vidas
y las llena de ventura.”